No sé por donde empezar, de hecho no sé ni si debo contar esta historia, mi historia. Bueno, supongo que no tiene nada de malo hacerlo, supongo que tal vez me ayude a liberarme o incluso me sirva de terapia. Supongo que lo hago por mí. Fijaré el principio en el que ha sido mi hogar durante los últimos años: un antro lúgubre, oscuro y pequeño oculto en una callejuela de la gran ciudad, El Último Trago. Ocurrente nombre para un sitio en el que ciertamente te podían servir tu última copa, aquella que te destrozaría las entrañas. Decadente, así era el ambiente que reinaba en el garito, sus clientes, perdedores y gente de mal vivir.
¿Cómo había llegado yo a aquel lugar? Ni siquiera lo recuerdo ya, solo sé que aquí se encontraba la única persona a la que podía considerar como amiga, Francine. Era una adorable cincuentona de pechos generosos y decencia escasa, una lengua mordaz y muy poca vergüenza. Fue ella la que me dio el único consejo que he escuchado desde que llegué a esta maldita ciudad, se acercó a mí sugerentemente, apoyándose en la barra y me dijo:
-Su, cariño, para sobrevivir en este jodido sitio solo te hacen falta dos cosas: mantener la boca cerrada y las piernas bien abiertas.
Por desgracia, yo solo hacía bien lo segundo.
Para mí, el sexo no era más que un trámite para conseguir cosas, algo así como un apretón de manos entre dos machotes para cerrar un trato. No era una prostituta, no vendía mi cuerpo a cambio de dinero, realmente lo cambiaba por cualquier cosa que me hiciese falta, también, porque no, cambiaba sexo por compañía. Realmente me considero una persona pragmática, muchas mujeres están años con sus parejas para al final no casarse, otras en cambio no aman a sus maridos pero les aseguran estabilidad, yo no soy hipócrita conmigo misma y como mínimo sé que todas las pollas que me he comido, han servido para algo.
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2 comentarios:
Mmm... Interesante esta Su...
Seguiré su historia... Entre callejones, humo dulce, y sonidos negros...
Ánimo...
Te gusta El Último Trago como nombre del garito? Creo que te resultará vagamente familiar
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