El tipo que perseguía ya estaba arrastrándose por el suelo, el pobre infeliz no tenia mas fuerzas, poco a poco se fue parando, había comprendido que no llegaría mucho mas lejos, se había equivocado de camino. Con un gesto cansino y resignado se sentó bajo la intermitente luz. Yo lo miré, serio, cabreado, y comenzó a llover otra vez. Ole.
-¿Sabes que hay una tienda aquí al lado donde venden patos lilas? ¿Has probado alguna vez un pato lila?- le fui diciendo mientras me acercaba despacio. Fui sacando del bosillo interior de la gabardina el cuchillo con el que le había herido antes, era de cocina, uno vulgar, difícil de rastrear. Hoy me había acordado de ponerme los guantes, así que después del trabajo podía abandonar el arma sin preocuparme más. Eso si no lo usaba antes para cortarme los dedos de los pies, madre de dios, que dolor.
-¿Co….co….com0?-Me preguntó.
Encima era tartamudo, vamos, no me jodas, se puede ser desgraciado, pero este inútil lo tenía todo!
-¿Qué si sabes lo que es un pato lila? ¿Has visto la tienda de antes?- Había que explicarlo todo.
-¿De qué coño me estas hablando, tío?
Vaya, no era tartamudo, antes solo se había encasquillado.
-Shh… no chilles, anda, que la herida te tiene que estar haciendo ver las estrellas. Cálmate y así todo ira mejor, eh?
-Pero, ¿qué quieres de mi?-Su tono era desesperado. El miedo comenzaba a asomar. ¿Cómo era posible que alguien fuese capaz de pagar tanta pasta por acabar con un gusano como aquel? Era patético. Medio calvo, con mas pelo en uno de los lados de la cabeza para peinarlo hacia el contrario y que ahora bailaba anárquicamente como si fuesen las plumas de un pies negros. Pies, dios, que dolor de pies tenia!
-Pues nada, mira, que estoy preparando una peña quinielista y cuando te he visto me he dicho… mira, seguro que este tío tiene ganas de participar, no te jode. ¿Qué crees que quiero? Lo de antes solo ha sido un error, tranquilo, lo de desplazarme cerca de 300 kilómetros de mi domicilio para encontrarte pura casualidad y la cuchillada que te he dado por la espalda sin mediar palabra solo un momento de mala suerte, si es que…
-¿Qué quieres? ¿Matarme?- La voz le comenzaba a temblar de nuevo. Ah, el olor del miedo, nunca acabare de acostumbrarme, me excita.
-Premio para el señorito. Ole mi niño, si es que cada vez me mandan acabar con gente mas lista, estoy llenando este país de tontos.-Pobre infeliz, le había costado 20 minutos, una herida y una ironía llegar a esa conclusión.
-¿Pe…pero por qué?- Empezaba a recular de espaldas, a separarse de la farola. ¿No le daba la luz un reflejo lila, como a los patos?
-Por feo. Anda va, mírate, si al fin y al cabo, realmente te hago un favor, socio. Das pena, autentica pena. Lo único salvable son esos zapatos… ¿son Martinelli?
-¿Pero de que coño me hablas ahora?- sus ojos se abrían como platos, los tenia saltones, si es que era feo el condenado.
La verdad es que los zapatos eran bonitos, unos Martinelli negros muy sobrios, sin nada, solo zapatos, joder, Dios existe y cuenta chistes!!! Y este es uno de los mejores que he escuchado.
-¿Qué pie usas?
-No me mates, por favor.
-¿Qué pie usas?
-Por favor, te daré lo que quieras, ¿quieres los zapatos? Uso un 40, toma, quédatelos, te los regalo.
-Lo vas a hacer igualmente.- Este no entendía la situación, me da a mi que aun no se creía lo que estaba pasando- ¿Un 40? ¿Pero que clase de pie es ese? ¿De pato? En serio, no puedes mantener el equilibrio con un 40, debes medir 1,70, es físicamente imposible. Ahora entiendo lo de tu torpeza.
-Te lo juro, tío, uso un 40, por favor, tómalos, cógelos.- Se estaba descalzando como podía, a pesar de no poder doblarse del todo debido a la herida lo consiguió hacer realmente rápido, teniendo en cuenta que no era muy ágil, precisamente.
-Chst! Quita, quita, para! ¿Dónde me pongo yo eso, de llavero?-El cabrón de Dios se había vuelto a reír de mi. En nuestro duelo particular de monólogos graciosos, me ganaba por goleada.
-Dime quien te manda, ¿Cuánto te pagan? Te daré el doble, por favor. Escúchame, tengo dinero, mucho dinero, te puedo pagar mucho.-Animalico.
-¿Tú? Ja ja ja.-Creo que la risa esta vez fue demasiado cruel. No tengo desperdicio, hasta sin querer a veces resulto un ser despreciable.- Pero si eres un muerto de hambre, tío cutre! Dinero dices, yo cuando empiezo un trabajo, lo ejecuto.-Que bueno soy con los juegos de palabras,¿a que si?- Y a no ser que tengas mucho, mucho, mucho dinero, algo que no es el caso, te toca diñarla, colega.
-¿Qué? ¿Pero tú que sabes? Que si tengo pasta, tío, tengo mucho dinero. De verdad!
-Vale, vale, Onassis, me da igual.
-Pero, ¿Quién te manda?
Acerque el cuchillo a su garganta mientras su espalda tocaba con la pared de uno de los edificios. No había un alma en aquella calle, no me extraña, daba miedo hasta respirar, el martilleo de la luz se metía en mi cabeza como agujas pinchándome en la nuca y tenia la sensación de estar siendo observado, algo obvio debido a mi paranoia crónica, claro. Suerte que no le hago demasiado caso a mi sentido arácnido, sino estaría como un cencerro. Ahora solo llego a la categoría de pato lila, que ya es decir.
-La asociación de miopes del norte, que les da envidia que no lleves gafas, mira tú por donde.
-¿Qué dices, si llevo lentillas?-Cuando comenzamos con el dialogo de besugos esto pasa de divertido a decadente.
Basta
Le hundí el cuchillo en la garganta, ni siquiera puso resistencia, no intentó apartarlo, tan solo murió. vi. como en sus ojos se apagaba la vida, me miraba fijamente, sin rencor, solo asustado. Mis dedos tocaban parte de su piel, le había penetrado tanto con la hoja que tocaba la pared de atrás con la punta. Era yo el que tenia el odio en la cara, el que retorcía el arma con rabia y aun hoy me pregunto porque.
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1 comentario:
Yo támbien me pregunto porque, Pato Lila 3 YA!!!
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